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Flor nacional de Argentina
Para designar a la flor nacional, en mil novecientos cuarenta y dos, el Ministerio de Agricultura designó una comisión singular que planteó al ceibo como flor nacional por iniciativa del ingeniero y Directivo de Paseos y Jardines de La Plata, Alberto V. Oitaven (autor del libro El ceibo, flor nacional argentina, en mil novecientos cuarenta y tres). Entre otros considerandos, el decreto ciento treinta y ocho mil cuatrocientos setenta y cuatro (del veintitres de diciembre de mil novecientos cuarenta y dos) destaca como motivos de la elección:
Cuenta la historia de leyenda que en las riberas del Paraná vivía una indiecita fea , de rasgos toscos, llamada Anahí. Si bien era fea, en las tardes veraniegas recreaba a todo el mundo de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Mas llegaron los invasores, esos valientes, audaces y aguerridos seres de piel blanca, que asolaron las tribus y les quitaron las tierras, los ídolos, y su libertad.Anahí fue llevada cautiva así como otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta el momento en que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita consiguió escapar, mas al hacerlo, el centinela despertó, y , para conseguir su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y escapó velozmente a la selva.El grito del moribundo guarda, despertó a los otros españoles, que salieron en una prosecución que se transformó en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Estos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la fogata.La anudaron a un árbol y también empezaron el fuego, que parecía no estimar prolongar sus llamas cara la doncella indígena, que sin musitar palabra, padecía en silencio, con su cabeza inclinada cara un costado. Y cuando el fuego empezó a subir, Anahí se fue transformando en árbol, identificándose con la planta en un pasmoso milagro.Al siguiente amanecer, los soldados se hallaron frente al espectáculo de un bello árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas afelpadas, que se mostraba en su esplendor, como el símbolo de osadía y fortaleza frente al sufrimiento.